¿Cómo reaccionó la Iglesia con Lutero?

Durante tres años, los miembros de su orden y algunos enviados de Roma intentaron persuadirle a corregir sus afirmaciones. Pero la disputa despertó el nacionalismo alemán. Lutero se presentó como el campeón de un pueblo cansado de los procedimientos fiscales de la corte romana y de la acumulación de los bienes eclesiásticos en Alemania. Lutero, enardecido por esto, apeló a la reunión de un concilio y comenzó a criticar duramente al papa y la autoridad eclesiástica.



En junio de 1520, la bula pontificia “Exsurge, Domine” condenaba 41 proposiciones de Lutero. Tenía dos meses para obedecer y enmendarse. Lutero quemó solemnemente la bula el 10 de diciembre de 1520. En enero de 1521 fue excomulgado. Convocado a la dieta de Worms para que explicara su pensamiento, ante la asamblea de los príncipes del imperio y ante el emperador Carlos V, rey de España y emperador de Alemania, Lutero afirmó que se sentía obligado únicamente por la Escritura y por su conciencia, y mantuvo sus posiciones. Fue desterrado del imperio y tuvo que ocultarse en mayo de 1521. En su retiro tradujo la Biblia al alemán. En la ciudad de Espira se llevó a cabo una asamblea con el fin de apagar el incendio que ocasionó Lutero; pero los luteranos descontentos, protestaron ante la Dieta de Espira (1529). Desde entonces quedaron con el nombre de “protestantes”.



Estos son los puntos doctrinales de Lutero que contrastaban con la doctrina de la Iglesia católica:



a) Sólo la Escritura: ni Tradición ni Magisterio son necesarios. La única fuente de la verdad revelada es la Escritura, y cada quien la interpreta a su manera (libre examen).
b) Sólo la fe, sin obras: nuestras obras están corrompidas, porque estamos empecatados desde la punta de la cabeza hasta los pies; por tanto, nuestras obras no merecen nada. Sólo hay que creer en Cristo que nos tiende su manto de misericordia. La salvación, dice, proviene de la fe, no de las obras ni de la recepción de los sacramentos. Para Lutero no existe el libre albedrío, sino que la concupiscencia es invencible, pues el hombre, después del pecado original, quedó incompleto, sin fuerzas ni libertad. Por tanto, si nuestras obras no valen para Lutero, tampoco valen nuestras oraciones y misas por los difuntos. Nuestros actos –sigue diciendo- son pecaminosos. Sólo la fe le salva 156. Para Lutero, Dios lo hace todo, el hombre no hace nada.





c) Sólo el bautismo y la eucaristía: niega los demás sacramentos. Pero, aunque admitía la eucaristía y una cierta presencia de Cristo en ella, negaba su carácter sacrificial y la transubstanciación. Para él el orden sagrado no era un sacramento y negaba toda diferencia entre sacerdotes y laicos. Y no admitía la confesión hecha a un sacerdote. Tampoco el matrimonio para él era sacramento y por lo mismo admitió el divorcio. Más tarde el discípulo de Lutero, Melanchton, redacta en latín y alemán un documento que será la cartamagna del luteranismo y toma el nombre de “Confesión de Augsburgo”.


d) Sólo Cristo: por tanto, rechazó los intermediarios, pues creía que toda mediación humana era negar la mediación única de Cristo y hacer depender del hombre su propia salvación. Por lo mismo rechazó el culto a la Virgen y a los santos, y negó que la iglesia tuviera poder de alcanzar la remisión de las culpas a base de indulgencias.

 
e) Sólo la Iglesia invisible. Él acepta la Iglesia, pero la concibe como la comunidad interior e invisible de los creyentes; en consecuencia rechaza su estructura visible y jerárquica, querida por Cristo.